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Un ejemplo de cómo el análisis de redes nos ayuda a comprender la sociabilidad en los animales

por | Sep 30, 2024 | Psicología

CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO

Martínez Cantera, Cecilia (2024, 30 de septiembre). Un ejemplo de cómo el análisis de redes nos ayuda a comprender la sociabilidad en los animales. VIRTUAM. https://virtuam.net/2024/09/30/un-ejemplo-de-como-el-analisis-de-redes-nos-ayuda-a-comprender-la-sociabilidad-en-los-animales/

Una de las formas más novedosas de abordar el estudio de las relaciones sociales en los grupos animales es la representación de las interacciones entre los individuos del grupo en sociogramas o redes sociales. Este abordaje se hace especialmente relevante en el caso de especies animales sobre las que existe poca información, como es el caso del oso marino (Arctocephalus pusillus) que aquí se presentará. Además, en el caso de animales cautivos, este tipo de análisis de forma inmediata posibilita la comprensión de la dinámica del grupo y la toma de decisiones en la gestión del mismo en animales que se encuentran en condiciones de cautividad.

El análisis de redes sociales está basado en la Teoría de Grafos (Freeman, 1984). En un SNA o “Social Network Analysis” se representan los datos de las interacciones entre dos individuos  registrados mediante  observación sistemática para después analizarlos estadísticamente obteniendo valores de la afinidad entre sujetos o de la centralidad que cada uno de ellos tiene en el grupo (Funkhouser et al., 2018).

La red social o sociograma es representada con “nodos” que hacen alusión a los individuos participantes, además de las líneas o “enlaces” que les unen entre sí y que reflejan las diferentes conductas (Sosa et al., 2020). Puede existir direccionalidad en algunas conductas, donde las líneas tienen una sola punta de flecha que sale del individuo que emite la acción señalando al receptor de la misma (asimétrica). A su vez pueden existir conductas que necesitan de la intención de ambos individuos para ser llevada a cabo (simétricas) y en estos casos las líneas o enlaces carecen de punta de flecha. Además, en función del contenido de la conducta que se representa se pueden distinguir redes sociales afiliativas y de proximidad (socio-positivas ambas) o agonísticas (Borgatti et al., 2013). Por último, el grosor de la línea informa sobre la fuerza de esa relación y el tamaño del nodo de la centralidad del individuo dentro del grupo.

En la siguiente imagen se representa la red social del grupo estudiado, constituido por 7 osos marinos que viven en los recintos acuáticos marinos constituidos por una piscina grande y 3 pequeñas del núcleo zoológico de Faunia, Madrid. La conducta representada en el sociograma es “nado sincronizado”, que es una conducta de carácter afiliativo. Además, destacamos que solo hay un macho, Ibo (marcado con un cuadrado), y se separan subgrupos en función de la edad (azul oscuro para las maduras y azul claro para las jóvenes). A su vez, para la interpretación del sociograma, se tenía en cuenta el parentesco entre los individuos (ver Figura 1).

Figura 1: Ejemplo de Red Social Animal en Osos Marinos

Fuente: Elaboración propia

También es importante hablar de la especie en cuestión que estamos tratando porque ya lo hemos mencionado varias veces, pero en realidad, ¿qué es un oso marino? Los osos marinos (Arctocephalus pusillus) son pinnípedos, por lo que tienen relación con las focas, pero de la familia de los otáridos, guardando de esta forma más relación con otras especies como los leones marinos (Higdon et al., 2007). Estos mamíferos marinos carnívoros se caracterizan por la presencia de orejas, un pelaje oscuro, gran dimorfismo sexual entre machos y hembras y una cabeza semejante a la de un perro con 36 dientes negros (Berta y Churchill, 2012).

En cuanto a su conducta vemos que los osos marinos  pasan la mayor parte del tiempo en el agua, excepto en la época reproductora en la que defienden espacios de tierra en los que aparearse y dar a luz. Con relación a las interacciones que tienen, y que se tienen en cuenta para la elaboración del etograma utilizado en este estudio, se observan distintas formas  contacto físico afiliativo (como son  contactos nasales, abrazos o frotamientos) y conductas relacionadas con el juego tales como piruetas y salpicaduras observadas en focas vitulinas y leones marinos californianos en cautividad (de Vere, 2017). En cuanto a osos marinos se ha visto que cuando están en el agua se pueden ver desde sincronías de movimiento, persecuciones y movimientos exagerados (Wierucka et al, 2016)  (ver Figura 2).

Figura 2: Imagen de una Osa Marina Adulta

Fuente: Elaboración propia

Para analizar las redes sociales del grupo, se utilizaron medidas de centralidad en las tres conductas afiliativas que se observaron con mayor frecuencia que eran “cruce”, “nado sincronizado” y “frotamiento”. Los comportamientos fueron registrados mediante observación sistemática durante dos meses por una única observadora. Además, se registró el uso de espacios que estos individuos hacían de las diferentes piscinas y rampas de acceso, para comprobar si, dependiendo de los recursos disponibles en los diferentes lugares (comida, sol/sombra, juegos) y del sujeto, estaban más tiempo en un lugar u otro.

Los resultados mostraron una total ausencia de conductas agresivas, probablemente relacionada con que únicamente había un macho reproductor. Los individuos que más afiliación recibían eran las hembras maduras y el que más emitía afiliación era el único macho joven reproductor. Las relaciones más fuertes podían explicarse por el parentesco y, la edad.

Las redes sociales de las diferentes conductas afiliativas mostraron también que era un grupo muy cohesionado, pero que había una hembra joven (Nami) que estaba más aislada siendo su principal nexo con el grupo una hembra joven de popularidad intermedia (Lua). En la Figura 1, que proporcionamos como ejemplo de sociograma y representamos la conducta de nado sincronizado, vemos como Nami solo realiza esta conducta con Lua e Ibo y los vectores nos muestran relaciones muy débiles. Este conocimiento puede facilitar reorganizar el grupo en caso de que fuera necesario o planificar entrenamientos que favorezcan un buen ambiente en el grupo (Rose y Croft, 2015).

Por último, encontramos que los individuos “más populares” eran los que pasaban más tiempo en los espacios de mayor valor por darles acceso a un mayor número de recursos. La popularidad se medía en función de la centralidad de esos miembros del grupo teniendo en cuenta quiénes eran los que más afiliación recibían, y los que más afiliación emitían. En cuanto a los individuos que más recibían eran Zimba y Yoda, hembras maduras que tenían múltiples relaciones con el resto del grupo y muy fuertes. Por otro lado, que más emitía era Ibo, el único macho reproductor del grupo que tenía nuevamente muchas relaciones con el resto del grupo y además de gran intensidad.

El objetivo de este texto era informar sobre la utilidad del análisis de redes en la comprensión de los sistemas sociales animales. Se ha ilustrado con un ejemplo de una especie poco conocida, los osos marinos, en la que además es complicada la observación de las interacciones sociales, ya que en muchos casos se dan mientras nadan. Este tipo de estudios, además de contribuir al conocimiento de la especie, tienen una vertiente práctica de gran interés en el grupo concreto estudiado. Así, la descripción de la red social puede ayudar al personal del centro zoológico a tomar decisiones sobre el manejo de los animales y la gestión del grupo.

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