Primero vamos a comenzar haciendo una breve introducción sobre qué es la diversidad lingüística y la importancia de enseñarla en la escuela; después expondremos varios puntos clave sobre este tema y utilizaremos algunas citas como soporte a nuestra reflexión. Por último, cerraremos con una conclusión que resumirá los aspectos tratados con anterioridad y haremos una pequeña reflexión acerca de cómo consideramos que se debería enseñar este tema en el sistema educativo actual.
La diversidad lingüística tiene un valor muy poderoso en el mundo globalizado en el que vivimos. La riqueza cultural y la complejidad de la sociedad están muy ligados a ella, por lo que el sistema educativo introduce la necesidad de conocer otras lenguas y culturas, aprender de ellas y respetarlas, creando ciudadanos formados, conscientes y capaces de valorar la riqueza lingüística. Es por esto que, para desarrollar esta cuestión, vamos a hablar de la importancia de enseñar la diversidad lingüística en Primaria, de encontrar maneras de hacer conscientes a los estudiantes de la existencia de distintas lenguas en su entorno y cómo puede integrarse de manera efectiva en el currículo.
Entendemos que “nuestro continente se está convirtiendo en un espacio multicultural que, en principio, no se ha de construir en detrimento de ninguna cultura, sino que debe demostrar el enriquecimiento que pueden comportar el respeto y la intercomunicación” (Cassany et al., 2002, p. 545).
En primer lugar, es esencial recalcar que estamos rodeados de una multiplicidad de idiomas; y el aprendizaje de nuevas lenguas es algo a la orden del día en la educación a nivel global. La diversidad lingüística permite al alumnado presentarse ante el futuro con una preparación y unos conocimientos que le abrirán muchas puertas y facilitarán su contribución tanto social y personal como laboral.
En segundo lugar, esto implica que, para cultivar la conciencia de la diversidad lingüística entre los estudiantes y promover el respeto hacia las lenguas que no necesariamente hablan, pero que deben aprender a valorar, es fundamental adoptar enfoques pedagógicos inclusivos y contextualizados. De acuerdo con Porto (2014, p. 69), la enseñanza orientada hacia la ciudadanía intercultural promueve el crecimiento de la sensibilidad cultural, la capacidad de análisis crítico, la comparación entre culturas y la reflexión sobre las mismas.
Por lo tanto, los educadores pueden implementar estrategias didácticas que permitan a los estudiantes explorar activamente la variedad de lenguas presentes en su entorno, incluso aquellas que no dominan. Esto puede incluir actividades como la investigación de dialectos regionales, la celebración de días internacionales de idiomas, o la invitación de hablantes nativos para compartir sus experiencias lingüísticas y culturales en el aula.
Además, es importante integrar la diversidad lingüística en el currículo de manera transversal, relacionándola con otras áreas del conocimiento, como la literatura, la historia y la geografía, para mostrar la interconexión entre las lenguas y las culturas. Al fomentar la reflexión crítica y el diálogo intercultural, los estudiantes pueden desarrollar una actitud de respeto y apertura hacia las diferentes formas de expresión lingüística, contribuyendo así a la construcción de sociedades más inclusivas y respetuosas.
Por otro lado, en cuanto a enseñar progresivamente nuevas lenguas, debemos tener en cuenta las cuatro habilidades comunicativas como son la comprensión y expresión oral y escrita, con el objetivo de forjar relaciones interpersonales y saber desenvolverse de manera efectiva y completa. De hecho, como asegura el profesor Víctor García, el lenguaje es fundamental para cualquier actividad realizada en la escuela, por ello es tan importante tratar estas áreas, que son un objetivo común para todo el alumnado sea o no su lengua materna la que están aprendiendo (García, 1964, p.188).
Del mismo modo, como puntualiza Carina Siqués, dada la amplia variedad lingüística, la responsabilidad de las ayudas lingüísticas no debe recaer únicamente en el docente. Esta diversidad debe estar presente en todas las actividades del aula, por tanto, la progresión en la competencia lingüística no tiene que ser solamente respaldada por el profesor, sino por el alumnado también (Siqués, 2006, p.88).
La enseñanza de la diversidad lingüística en Primaria permite fomentar la tolerancia y el respeto hacia otras culturas, pues ayuda a entender nuevas formas de expresión y comunicación. Esto sucede cuando en una misma aula multicultural se trabajan las diferentes lenguas respetuosamente, lo que produce un interés colectivo.
La exposición a diferentes lenguas desde una edad temprana sienta una base firme para comprender y relacionar las estructuras del lenguaje. Estos conceptos pueden ser integrados en el currículo de manera transversal, como, por ejemplo, a partir de la creación o análisis de canciones en otros idiomas; así se aborda el tema desde otra perspectiva y actividad completamente diferente.
Considerando esto, para que esta enseñanza sea efectiva, los docentes deben estar capacitados y recibir información sobre cómo integrar la diversidad lingüística en su enseñanza de una manera significativa y motivadora.
También deben estar familiarizados con los recursos que tienen a su disposición para enseñar los diferentes idiomas, al igual que deben conocer la cultura y los aspectos que rodean a esa lengua y, por supuesto, las dificultades y necesidades que pueda presentar el alumnado a la hora de asumir estos conocimientos. De esta manera, el docente podrá establecer un plan didáctico con una metodología adecuada al objetivo y necesidades individuales y en grupo que presenten los niños. Cassany, Luna y Sanz aseguran que “la cultura permite la adaptación del ser humano al entorno, al medio en el que vive. […]” (Cassany et al., 2002, p. 538).
En conclusión, la enseñanza de esta diversidad es primordial para preparar a los estudiantes para el futuro y la convivencia en un mundo globalizado y políglota, donde la comprensión intercultural y su respeto son las bases de una sociedad inclusiva que crece mediante relaciones interpersonales. Es responsabilidad de los educadores y de los centros educativos que el equipo docente tenga una buena formación y conciencia sobre la diversidad lingüística, y que la integren en el currículum, asegurándose de que todos los estudiantes adquieren las competencias necesarias y son conscientes de la riqueza de las diferentes lenguas que existen.
