El documental Cartas mojadas (2020) de Isabel Coixet, cuenta cómo se desarrolla la travesía desde Libia hasta Europa de los inmigrantes africanos y asiáticos. Desde el barco de la ONG Open Arms, Coixet nos muestra cuál es la dura realidad a la que se enfrentan las personas migrantes, cuyas vidas acaban en la mano de los voluntarios y los guardacostas de diversos países, que les ayudan a llegar a los países de destino, donde no les espera una vida muy diferente de la que huían. Desde el barco de los guardacostas libios, se muestra la otra cara de la moneda.
Mediante este escrito, pretendo acompañar al lector en el viaje que Cartas mojadas expone, de manera aproximada, ya que este tipo de migración es algo que, considero, escapa de lo que podamos imaginar. Mediante la actuación del barco de la ONG Open Arms, nos acercaremos a la desgarradora realidad de las personas migrantes. Lo que se nos muestra en el documental es lo poco que podemos ver de la migración en el Mediterráneo, un proceso extremadamente complejo, donde confluyen los intereses de diferentes gobiernos, organizaciones y, ante todo, personas.
Las “casas de conexión” de Libia
Desde hace más de 10 años el país norteafricano se encuentra en una situación complicada, pues desde 2011, se han desarrollado diversas guerras civiles, que acabaron con la vida del dictador Muamar al Gadafi y que han tenido al país dividido hasta el alto al fuego en 2020. Esta situación caótica y la posición geográfica de Libia en el continente africano, facilita la función del país como emisor de migrantes. Por el sur entran personas del África subsahariana, mientras que por el este llegan personas de Asia, hasta de lugares tan lejanos como Bangladesh (Villalón, 13 de septiembre de 2023)
Las llamadas “casas de conexión” son, en esencia, lugares controlados por traficantes de personas, y habitados por las personas que son víctimas de trata. En muchas ocasiones los migrantes que quieren cruzar el Mediterráneo y llegan a Libia son secuestrados. En estos lugares, son retenidos en contra de su voluntad, a la vez que son torturados, y sus familiares extorsionados para obtener dinero a cambio de su libertad. La enrevesada situación del país, sumido en un caos político y social, propicia a que se lleven a cabo este tipo de crímenes (Villalón, 13 de septiembre de 2023)
En el Mediterráneo
Una vez los migrantes consiguen llegar al Mediterráneo, el camino sigue siendo extremadamente complicado, los barcos llenos de migrantes salen hacia kilómetros y kilómetros de agua, donde están a merced de las condiciones meteorológicas y de la suerte. El barco de la ONG Open Arms es una de las embarcaciones que se dedica a recoger a los barcos de migrantes que se encuentran en el Mediterráneo. La motivación de esta ONG es la de trasladar a las personas migrantes a un lugar seguro.
A pesar de que hay ONG que velan por recoger a estas personas y trasladarlas a Europa, la otra cara de la moneda nos muestra como los guardacostas libios quieren evitar por todos los medios que los barcos de personas migrantes lleguen a las costas europeas. Esta actuación no depende solo de ellos, ya que necesitan que otras embarcaciones de ONG, como la de Aquarius, les avisen si descubren barcos llenos de migrantes, para que sean ellos quienes acudan a su encuentro.
En un ambiente tenso, los guardacostas libios insisten en que deben ser ellos los que recojan a los barcos a la deriva y les devuelvan a Libia, advertencia que Aquarius ignora ante el reproche de los guardacostas libios: “No le deis a los migrantes la oportunidad de elegir entre vosotros y nosotros. Los migrantes os pedirán ir a Europa, y les estáis animando” “Ahora el barco de los guardacostas se acerca. No estáis de acuerdo con la situación, pero la habéis provocado vosotros, y debéis asumir vuestra responsabilidad”.
A pesar de las indicaciones de los guardacostas, los barcos de las ONG optan por recoger a las personas migrantes y darles una oportunidad de llegar a las costas europeas. Vemos como las ONG son las principales defensoras y promotoras de la protección de los Derechos Humanos. Sin embargo, una vez llegan a Europa, la vida de pobreza y necesidad de las personas que arriesgan su vida no parece cambiar demasiado.
En las calles de París
Una vez las personas migrantes llegan a Europa, la vida de miseria de la que huían se presenta de nuevo, pues Coixet nos muestra cómo viven algunas de estas personas, y no es la vida que imaginaban. Entre tiendas de campaña cubiertas de nieve y colchones en las aceras mojadas de París es donde transcurren los días de decenas de migrantes. Como si las condiciones de vida inhumanas a las que se enfrentan no fuesen un reto diario, también tienen que lidiar con el hostigamiento de la policía.
La policía francesa de antidisturbios opera empujando a los migrantes fuera de las calles, se ven obligados a desplazarse de calle en calle cargando en bolsas sus pocas pertenencias. Entre confusión, podemos ver como algunas de esas personas se caen al suelo, parece que, sucumbiendo a alguna enfermedad, y son socorridos por el personal sanitario francés que acude con una ambulancia. Mientras, otros se agarran a unos postes, para evitar ser empujados por la policía.
Lo que podemos observar es que estas personas sin hogar son obligadas a vagar por las diferentes calles, sin un destino al que ir, por lo que sus vidas se ven sumidas en continuos desplazamientos. En este contexto, se percibe un sentimiento de comunidad entre las personas migrantes, pues se cogen de las manos, animan a los más tristes y defienden a los más vulnerables, además, se ponen todos de acuerdo para dejar de moverse, por lo que podemos observar redes de amistad y compañerismo bastante fuertes.
“¿A dónde vamos? ¡Aunque me vaya de aquí a otro lugar, la policía vendrá de nuevo! Toda la gente se queda aquí, si no quieren que nos quedemos aquí, que nos ayuden, que nos den cobijo. Necesitamos una casa, necesitamos ayuda”. Estas son las palabras de una de las mujeres migrantes que se ve envuelta en estas situaciones. Con esas palabras, se muestra la ineficiencia de los operativos policiales, pues lejos de gestionar el conflicto, solo consiguen trasladar a la gente para repetir el procedimiento un tiempo después.
Es posible que el rechazo a seguir desplazándose y este asentamiento producido por las personas migrantes, sea lo que provoca que la policía finalmente desista y se acabe marchando ante los gritos de celebración y los aplausos de las personas que se encontraban en la escena, lo que muestra una especie de guerra entre la policía francesa y los inmigrantes sin hogar. Sin embargo, tras esto se nos muestra como algunas de estas personas son trasladadas en autobuses policiales, de vuelta a Italia, país por el que habían entrado muchos de ellos.
Tratados
Para comprender mejor la forma de actuar de los guardacostas libios y su insistencia en que las personas migrantes no tengan la oportunidad de llegar a Europa, debemos obtener un poco de contexto: en octubre de 2016, como un plan de la Operación SOPHIA, se comenzó la formación de guardacostas libios con el apoyo de la UE, que contribuyó con 46 millones de euros para mejorar el equipamiento y la flota de la guardia costera libia (Sánchez y Magi, 14 de agosto de 2017).
La intención era que sirviese como incentivo para que el gobierno de Libia se tome más en serio el control de sus fronteras. Aunque esta operación se haga desde la UE, Italia es uno de los países con más implicación, ya que durante el 2016 y 2017 recibió una gran cantidad de migrantes, tan solo en 2016 llegaron 181.436 personas a las costas (Sánchez y Magi, 14 de agosto de 2017).
En agosto de 2017, el general Ayub Qassem, portavoz de la marina libia, declaró que los buques de las ONG que quieran intervenir en sus aguas deberán tener antes el permiso de las autoridades. Aunque no dijo cuáles eran estos límites, acorde al Derecho del mar se deberían respetar las 12 millas que le corresponden al gobierno libio, como mínimo (González Samaranch, 12 de agosto de 2017). Aun así, las ONG operan superando ese límite.
La misma embarcación que nos concierne, Open Arms, tuvo un conflicto con los guardacostas libios, que considerando que la embarcación española superaba los límites, disparó dos ráfagas de disparos como aviso. Declaraban que la próxima vez estas balas irían dirigidas a la tripulación del barco (González Samaranch, 12 de agosto de 2017).
Derechos Humanos
El proceso de migración en el Mediterráneo es muy complejo, hay muchos gobiernos implicados y distintas ONG, en general, confluyen distintos intereses respecto al futuro de estas personas. Sin embargo, lo más importante es que son personas, con unos derechos reconocidos, no ya por sus países de origen, sino por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece derechos inviolables de las personas.
Por todo lo expuesto anteriormente, podemos señalar la violación de diferentes derechos :
Artículo 3 “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”
Artículo 4 “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.”
Articulo 13 a) “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.”
b) “Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.”
Tal y como declara Merry (2002), el reconocimiento de los Derechos Humanos recogidos en la Declaración de Derechos Humanos, al ser un sistema cuasi-legal, depende en gran medida del activismo y de la presión que ejercen los grupos locales, las ONG transnacionales y los organismos de la ONU. En este caso, observamos que son las distintas ONG las que se encargan, al margen de la legalidad, de que las personas migrantes lleguen a Europa, por lo que vemos la importancia que tienen las ONG a la hora de presionar para que se respeten y reconozcan los DD. HH de estas personas. Nos encontramos así ante un debate planteado por distintos autores, que defiende el derecho humano a la movilidad, para así asegurar el desarrollo pleno de las personas, la autonomía, y la dignidad humana.