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El oro intangible: el lujo como experiencia

por | Mar 9, 2024 | Antropología Económica

CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO

Roque Fernández, B. (2024, 9 de marzo). El oro intangible: el lujo como experiencia. VIRTUAM. https://virtuam.net/2024/03/09/el-oro-intangible-el-lujo-como-experiencia/

El primer lunes de cada mayo, a la luz de los focos y los flashes de los periodistas, el lujo sale a relucir en las escaleras del Metropolitan Museum of Art de Nueva York para celebrar la MET Gala, un evento benéfico que reúne a marcas, artistas y personalidades internacionales en una velada exclusiva. Este evento, seguido por millones de personas a través de la prensa y las redes sociales, es único en su especie. Su principal atractivo es la vestimenta de sus invitados, en los que reinan los materiales más exclusivos y las firmas más exitosas. ¿Pero depende el prestigio de la MET Gala únicamente del lujo material que rodea todo el evento? ¿Qué diferencia a la MET Gala de otros eventos?

La MET Gala le debe a su ambiente gran parte de su prestigio. Aunque los objetos juegan un papel importante en la consideración general del evento, el lujo de la velada se define por ir más allá de lo material. El objetivo de este pequeño ensayo es explorar el lujo desde esta perspectiva, tratando de comprender por qué una experiencia como ésta, que se define por social, hedonista y superflua, puede y debe ser considerada de lujo solo por el tipo de experiencia que es. En definitiva, el objetivo de este texto es explicar por qué el lujo de la MET Gala se basa y depende de sus significados y consideraciones sociales.

¿Qué es la MET Gala? Una pequeña contextualización

La MET Gala, o The Costume Institute Gala formalmente, se celebra cada año con el objetivo de recaudar fondos para el Instituto del Traje, una colección dedicada a la moda que se anexionó al Museo Metropolitano de Arte en 1946 (The Metropolitan Museum of Art, 1998). La gala es conocida como la fiesta del año desde 1948, cuando la publicista de moda Eleanor Lambert organizó la primera edición. Desde que Anna Wintour, editora jefe de la revista de moda Vogue, empezó a encargarse de la organización en 1995 ha pasado de ser una fiesta para la élite neoyorquina a ser el acontecimiento más importante de la industria de la moda y la fama mundial. Quienes asisten a la gala disfrutan de la exposición provisional que el museo inaugura cada año y de una cena privada que precede a un baile alrededor de las antigüedades del museo (Archetto, 2022).

Uno de los elementos fundamentales de la gala son los códigos de vestimenta que se deciden en función de la temática de la exposición provisional (Ídem.). Seguir el dress code no es una regla escrita en piedra, los asistentes pueden decidir si seguir o no la temática y el grado en el que van a seguirla. No es lo mismo vestir de traje y añadir un pequeño detalle que haga referencia a la temática que basar todo el vestuario en ella. Invitadas como Blake Lively son un gran ejemplo, de entre sus atuendos más famosos destaca su reinterpretación de la oxidación de la Estatua de la Libertad (Luis, 2023). Jugar al juego de la MET Gala no solo significa buscar formas retorcidas de seguir el tema, sino también de presentar el producto final de forma teatral.

¿Qué es el lujo?

Para poder argumentar por qué el lujo de la MET Gala va más allá de los vestidos, collares y tacones, es necesario entender a qué nos referimos cuando hablamos de “lujo”. El lujo aparece en la antropología dentro del estudio del consumo como una actividad social y cultural, no solo económica. La antropología entiende que las funciones del consumo van más allá de cubrir las necesidades humanas. El consumo no es ir al supermercado y comprar huevos y aceite para hacer una tortilla o ir a una tienda para comprar ropa de abrigo y no tener frío; sino que busca transmitir un mensaje y crear una identidad a través de lo que uno decide o puede permitirse consumir.

Según Sahlins, al hablar de lujo nos referimos a las actividades que van más allá de la subsistencia, a aquello que no se necesita para sobrevivir (1977). El ser humano necesita comer para no morir, pero no es necesario que en su dieta figuren alimentos como el caviar, las trufas o una onza de chocolate suizo de postre. El ser humano necesita ropa para abrigarse en invierno, pero, tal y como nos enseñó Disney, no es necesario matar a 101 dálmatas para conseguir un abrigo.

Sin embargo, para Appadurai, el lujo va más allá de lo innecesario. En vez de definirlo desde la necesidad y su función económica, este autor define el lujo desde su importancia en la sociedad, resaltando su función retórica y social (1986). Quien consume artículos de lujo tiene el objetivo de diferenciarse de los demás, de demostrar su poder social y político a través de qué lleva puesto o qué come. No es lo mismo lucir un bolso de Zara a lucir un bolso Birkin, ambos dicen algo de quién eres y a qué tienes acceso, siendo reflejo y causa de tu estatus social. Pero esta imagen no sólo se crea con el consumo material de bienes, sino que asistir a eventos o relacionarse con unas u otras personas consigue el mismo objetivo. Es esta premisa la que nos permite estudiar el valor simbólico de la MET Gala desde su consideración como experiencia de lujo.

Una experiencia de lujo

La MET Gala cumple con todas las características que se le atribuyen al lujo (Lipovetsky & Roux, 2014). Estas características no deben entenderse individualmente, sino como un conjunto de cualidades que se relacionan y se necesitan mutuamente para existir como “lujosas”. Todas ellas dependen de su carácter circunstancial, es decir, del momento específico en el que se desarrollan. Si la MET Gala no fuese un evento anual no tendría el prestigio que se le concede.

El lujo se caracteriza por ser raro. La MET Gala juega con su carácter efímero: es la única noche al año en la que la atención de la prensa se dedica exclusivamente a la moda. Además, como el lujo, es una experiencia exclusiva que sólo unos pocos pueden vivir. Hay dos formas de asistir a la gala: puedes ser invitado por la organización del evento o por una marca que haya reservado una mesa, o puedes comprar una invitación individual que cuesta 30.000 dólares (Archetto, 2022). Esta dificultad garantiza exclusividad, y la exclusividad genera lujo.

Otra característica de la MET Gala es la ostentación, el exceso y la superfluidad. Durante la alfombra roja, la única parte abierta al público, se concentran las mayores muestras de lujo. Los vestidos se confeccionan con materiales valiosos, como en la MET Gala de 2018, cuando Rihanna llevó un conjunto recubierto por completo de perlas (Pérez Méndez, 2018). Pero también se demuestra exceso mediante los cambios de ropa: Lady Gaga cambió 4 veces de vestuario en la MET Gala de 2019 (Saim, 2019). La lógica de la MET Gala es la siguiente: cuanto más, mejor.

Los trajes y vestidos que se lucen en la alfombra roja no solo se eligen por su precio o la exuberancia de los conjuntos, sino que el atractivo de los mismos deriva de una diversión añadida que es la prueba de la articulación tan peculiar que se da entre el lujo material y el lujo inmaterial en la MET Gala. Son las temáticas anuales las que convierten simple tela en mensajes y adivinanzas elaboradas. ¿Por qué elige el diseñador de Rihanna hacer un conjunto lleno de perlas? El valor de lo que llevó puesto va más allá del lujo de su material, es el significado oculto que adquiere gracias a las temáticas el que diferencia su vestido de perlas de cualquier otro vestido de perlas.

Una de las principales funciones de la MET Gala es reafirmar el lujo de la élite como el verdadero lujo. Su exclusividad, rareza y exuberancia son utilizados para diferenciarse del común de los mortales. A la élite le interesa demostrar que poseer un artículo de lujo no es lo mismo que vivir rodeado de lujo. El contexto y el ambiente del evento es valioso en sí mismo, aunque el lujo material cumple un papel muy importante, el valor del evento no recae únicamente en él.

La MET Gala es importante como evento, es decir, como experiencia, porque diferencia entre el lujo al que todos pueden tener acceso y el lujo “de verdad”. Vestir de Prada es cuestión de dinero, es un lujo que comunica un mensaje y crea una identidad; pero asistir a la MET Gala es cuestión de contactos, fama, relevancia y, además, de dinero. Alfombras rojas en las que se visten trajes y vestidos de lujo hay muchas, como los Oscars, pero eventos como la MET Gala, cuyo objetivo es celebrar el lujo y el poder acceder a él, solo hay uno.

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